MI ÁNGEL, MI MAESTRA.....

Por culpa de mi timidez siempre he tenido más sueños que acción.
Apenas había tenido cuatro experiencias sexuales y dos de ellas habían sido con la misma chica.
Todos los días cuando iba al trabajo, mi viaje en el metro era un polvo imaginario, cada día con una mujer distinta, rubias, morenas, jóvenes, maduras, gruesas, delgadas, occidentales, orientales…, había probado a todas.... y me lo pasaba en grande.
Era mi momento del día, imaginar como las desnudaba y recorría su cuerpo de arriba abajo, terminando en un orgasmo descomunal....... Siempre escogía cuidadosamente con quién hacerlo…
Pero desde que coincidía con ella no había otra, cuándo yo iba a trabajar, ella volvía a casa.... Era alta, morena de cabello largo y morena de piel, siempre con vestidos ajustados, con escote generoso y zapatos de tacón; Un cuerpo que no pasaba desapercibido y era la atracción del vagón. Habíamos follado un sinfín de ocasiones, llevaba meses viéndola y desde entonces sólo lo hacía con ella, no dejaba de mirarla, esa cara angelical me volvía loco, y ese cuerpo ayudaba mucho a llegar a la locura….
Ella lo había notado y no disimulaba en devolver la mirada, me había dedicado alguna que otra sonrisa, éramos compañeros de viaje.
Entablamos conversación una fría mañana de invierno, se sentó en el único sitio libre, junto a mí. Sacó la conversación del tiempo, de la fría noche que había hecho y lo duro que era trabajar de noche, yo apenas hablé, mi timidez y mi estado de excitación en ese momento me lo impidieron. Luego me di de cabezazos contra el vagón por ser tan tonto.
Para aquel entonces ya intuía en qué consistía su trabajo y la conversación no había hecho más que confirmarlo, me daba lo mismo, era mi ángel y la deseaba más que a nada en este mundo, a partir de entonces nos saludábamos y cada día hablábamos algo más, fui perdiendo mi timidez y ganando confianza.
Un día de huelga de autobuses y manifestación por el centro, el metro estaba a reventar; cuando entró en el vagón estábamos todos como palos, inmóviles, apretados unos contra otros. Se las ingenió para acercarse a mí, y puso su hermoso culo junto a pene, me dedicó una sonrisa....una pícara sonrisa y luego se frotó hasta provocar una erección bestial. Me volvió a mirar, y su sonrisa aumentó de tamaño, al igual que sus frotamientos, a los que no dudó en ayudar con la mano; Tardé menos de un minuto en correrme, en silencio, junto a un hombre trajeado y a un adolescente ensimismado en su música. Salió como entró, dedicándome una sonrisa, y allí me quedé, con mi empalme, mi corrida y mi sueño del día llevado a términos de realidad…
No hablamos de aquello en días posteriores, eso sí, cada vez que nos tocaba ir de píe, me dedicaba un precioso tiempo que yo agradecía eternamente, imploraba por las huelgas de transporte urbano y las aglomeraciones….
Hablamos de donde solíamos salir, me dio la dirección del bar al que solía ir los jueves, que era el día que libraba. Y allí estaba yo el jueves siguiente, desde primerísima hora. Tardó unas tres o cuatro copas en llegar, por lo que debieron pasar cerca de dos horas, me dedicó esa sonrisa de la que estaba tan enamorado ya a estas alturas, hablamos, reímos, y por fin pude poner nombre a mi ángel, se llamaba Sandra y era brasileña, aunque su acento apenas la delataba.
Su escote era superior al de otros días, el vestido verde ajustado era más ajustado que de costumbre, más corto, su pelo era más negro, y sus labios más carnosos. Trás tres o cuatro copas más me lancé, el alcohol, cómo no, me hacía perder mi timidez…le besé, despacio, empezando por un extremo del labio y metiendo la lengua poco a poco, ella correspondió sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo. Estábamos en un rincón de la barra, con poca gente alrededor, mis manos bajaron por el suave vestido hasta tocar piel, no fue difícil llegar, ya que el vestido había subido lo suyo.
Cuando empecé a acariciar el perfecto culo, cubierto por lo que debería ser un minúsculo tanga, ya que no logré tocar nada de tejido, me paró las manos. Con sólo rozar su piel estuve a punto de correrme, no me equivocaba, su culo era perfecto, y sus labios, su piel…., sí, era mi ángel. Y mi ángel me había parado en seco, no me dejaba tocarla más, me tenía cogidas las manos, apoyado contra la pared, besándome por el cuello y poniéndome más cachondo de lo que jamás había pensado, con una mano sujetaba las mías y con la otra me estaba masturbando, era una locura, era una maestra….
Cuando me corrí me preguntó si me quedaban fuerzas para continuar en su casa, llegaríamos en diez minutos. No me negué, ¡ni me lo pensé!, me salió el sí más torpe que jamás había dicho.
En menos de cinco minutos llegamos …. me tumbó en la cama, me desnudó lentamente, siempre impidiendo que le tocara, lo que hacía que mi grado de excitación aumentara a límites insospechados, mi erección no tardó en llegar a su plenitud, las caricias con la mano y boca a mi pene hicieron que me corriera de nuevo, antes de lo que pensaba, pero me daba igual, todavía no había disfrutado de su piel, de su cuerpo, de su sexo, de todo mi ángel… Se puso de espaldas y su culo rozó mi pene fláccido por la corrida reciente, volvió a ponerse firme en pocos segundos, imposible no hacerlo con semejante culo acariciándome...Nos besamos, lamí sus pechos, su espalda, el minúsculo tanga, que era lo único que le quedaba puesto, mi grado de excitación superaba de nuevo todos los límites.
Me tumbó de nuevo, con fuerza, sujetándome fuertemente, repitió lamidos por todo mi cuerpo, acercándome de vez en cuando sus pechos a mi boca, no podía más, tenía que penetrarla o moriría. Y por fin me concedió lo esperado, se quitó el minúsculo tanga y allí estaba un pene fláccido que impedía que la penetrara por dónde yo hasta entonces había pensado que lo haría......no me importó en absoluto, fueron las horas más intensas de mi vida sexual.
Otra mirada ®